Nació en Segovia durante la guerra civil, de padre castellano y madre andaluza.
Estudió Magisterio y Filosofía y Letras.
De 1962 a 1967, como agregado cultural en la Embajada de Cuba en Madrid, desarrolló actividades literarias y promocionales de la cultura y la revolución cubana en nuestro país
Durante el franquismo colaboró en la prensa clandestina del partido comunista y fue corresponsal de Radio España Independiente de 1962 a 1974.
En los años de su exilio político en París, 1972-1974, dirigió la publicación Información Española, que se realizaba para los emigrantes españoles en Europa.
En 1974 fue excluido del partido comunista por diferencias ideológicas y políticas.
La censura de Fraga Iribarne prohibió la publicación de sus novelas en Seix Barral y Ciencia Nueva, y de otros libros de ensayo y trabajos periodísticos desde 1963 a 1975.
Muerto el Dictador colabora en periódicos y publicaciones de España y Europa. Fue Fundador, Presidente y responsable de Cultura del diario Liberación.
Ha sido durante 25 años Secretario General de la Asociación Colegial de Escritores de España, y Director de la revista República de las Letras.
Ha publicado 50 libros e impartido más de 1.000 conferencias en diversas ciudades del mundo. Traducido y publicado en Estados Unidos, Cuba, Portugal, Rumania, Inglaterra, Eslovaquia, y Suecia.
PRIMERAS DENTELLADAS A MI VIDA.
EL AÑO 68.
Desde 1968 a nuestros días han transcurrido 45 años. La mayor parte de las personas de las que pueda hablar en la memoria crítica que escribo ya no viven. Y aquellos que lean estas líneas no habían nacido o eran demasiado pequeños para guardar recuerdos de los acontecimientos a que voy a referirme. ¿Sirve para algo la memoria? Tal vez para reflexionar sobre la vida, y aquel año de 1968 significó un punto de inflexión para Europa, trascendente y sumamente traumático. Y a la hora de recordarlo, aquel año fue igualmente determinante para mi vida. Ampliamente lo desarrollaré con recuerdos y testimonios de algunas de las personas con las que compartí los hechos narrados. Ahora, en mero sumario enunciativo, lo sitúo bajo un epígrafe para mí revelador: Capitalismo y Comunismo: los sueños rotos por crear un mundo diferente, más justo.
Yo era entonces corresponsal de Radio España Independiente, conocida como La Pirenaíca, que solo algunos sabíamos emitía sus programas desde Bucarest bajo la dirección de Ramón Mendezona. Uno de sus primeros locutores redactores fue Jordi Solé Tura, al que trataría posteriormente de forma breve cuando fue nombrado Ministro de Cultura por el Gobierno de Felipe González. Enviaba mis crónicas desde España, y posteriormente, en mis últimos años de militancia en el partido comunista, desde París. En agosto de 1968 me encontraba en Praga, invitado por la Unión de Escritores, para estudiar el desarrollo del nuevo proceso político impulsado en Checoslovaquia. Allí viví la invasión. Y desde el hotel Praga, al que me trasladaron el día 20 de agosto los responsables de la misma -el hotel que al decir de los checos apestaba, en el que convivíamos Enrique Lister, parte de la dirección de los militares soviéticos, y yo mismo- emitía por teléfono apenas amanecía mis crónicas a la radio de Bucarest bajo el nombre que siempre usé para estos menesteres en la clandestinidad: Manuel Castilla. En mayo de aquel año había vivido el sueño efímero de la libertad e ilusión revolucionaria en París, sueño más realizado en la ruptura con morales represivas y reaccionarias por una juventud que reivindicaba el derecho a decidir sobre su propia vida individual, revolución no vista con buenos ojos por gran parte de la gerontocracia y burocrática dirección de los partidos comunistas. Tras París y Praga vinieron largos y desencantadores, amargos viajes, a países como Rumanía, Hungría, Bulgaria, URSS, Corea del Norte. Y al fin Cuba. Cuba es capítulo aparte en mi vida. Me ocupó humana, política y literariamente, cincuenta años de mi vida.
Al final de aquel año de 1968 publiqué en la revista Cuadernos para el Diálogo con mi nombre de escritor un trabajo que causó malestar en gran parte de la alta dirección del partido comunista español y fue en cambio comentado gratamente por otros cuadros o militantes del partido que se encontraban en España. Era muy crítico con la invasión y el quehacer y la estructura de los partidos comunistas y se titulaba. "Reflexiones sobre la invasión de Checoslovaquia, la partidocracia y otros temas de nuestro tiempo". Faltaban cinco años para que se consumara, en París, mi separación del partido.